Duele sentir que no encajamos, que todo lo que éramos se desvanece.
Queríamos coger la luna, viajar a las estrellas, recorrer el mundo y reír de la mano. Pero, dudo mucho que consigamos si quiera mantenernos a flote.
Tú eres el sol y yo la luna. Te gusta el día, vives de sonrisas y necesitas todo el tiempo y todo el cariño del mundo, acostarse temprano, y despertar abrazados, o separados, pero despertar uno junto al otro. Te gusta la complicidad, las tonterías, conducir y escuchar música pero eres incapaz de mantener una conversación seria. No escuchas, te vas por las ramas, cambias de tema, lo intentas, pero no estás para tranquilizarme, para simplemente escucharme. Siempre tienes en la boca a esas otras, más guapas, más cariñosas, más generosas, más finas y que siempre están a punto para ti, siempre ellas, diciendo que no son importantes, que son pasado y nada más, que estoy loca por malpensar.
Luego estoy yo, vivo más de noche que de día y adoro dormir, no le doy importancia a con quién, dónde y cuándo, prefiero estar contigo despierta, para escucharte y disfrutar. Me gustas cuando hablas, cuando me miras y cuando me haces sonreír. Eres muy seguro de ti mismo, mientras que yo necesita un empujón, un "estás bonita" que, por supuesto tú no sabes darme.
No puedes entender que para mi hablar sea más importante que abrazarte, te quejas de que siempre tengo eventod y que a penas nos queda tiempo para nosotros cuando tú antepones cualquier cosa a una conversación, no prestas atención a lo que te digo, te da igual, tienes tus propios objetivos y si me se amoldar perfecto, sino, ya me amoldaré o te perderé, porque claro, tú no sabes lo que es respirar por alguien, darte cuenta que no puedes vivir sin él porque siempre está entrando y saliendo de tu vida, em el umbral de la puerta esperando a que vuestros caminos se crucen pero sin hacer ningún esfuerzo para avanzar hacia el común porque eso cuesta, duele, cansa.
Y, total, hay mil más bonitas, más simpáticas y más perfectas que yo. Ya estás tú para recordarmelo, en cualquier momento te pierdo y es por no haber sabido seguir tu juego, porque claro, ya has sacrificado mucho dándome una oportunidad.
Porque claro, nunca he sido el amor de tu vida ni de tus días, pero siempre ha habido química. Triste que ya no quede nada de eso, solo el cariño que nos hemos tenido porque lo hemos perdido todo, hasta las ganas de soñar.