La travesura de tu vida.

Puedes querer atracar la despensa, tomarle el pelo a la gente, pincharle las ruedas a alguien o simplemente llenarte de barro hasta las pestañas.

Todos necesitamos un punto de diversión en nuestro día a día, la intriga de empezar algo sin saber cual va a ser el final, sin saber si va a salir bien.

Arriesgarse a divertirse, arriesgarse a meter la pata.

La vida no está hecha para seguir una rutina, las normas están hechas para incumplirlas, sino las incumplieran no existirían. Una pequeña aventura a media noche, una media mentira... Todo vale para aumentar la intriga y la emoción.

No es bueno ser un cabeza loca, vivir sin pensar en las consecuencias; pero tampoco se nos debe de olvidar que todos somos niños, que a todos nos gusta hacer travesuras de vez en cuanto. Dar un salto y olvidarse de los buenos modales y de los deberes. Un instante para disfrutar nada más, sentir la adrenalina de saber que no es correcto pero que tampoco haces daño a nadie.

Un momento para pensar en el presente, en los que te rodean, en tus amigos, en vivir sin preocuparse del futuro.
Hacer la travesura de tu vida, de la semana o del mes, acallando la conciencia, ahora sólo vale la diversión.