Vuelves a sonreír, una vez más. No te das cuenta de que eres irresistible, y te encanta jugar a poder un poquito más. Me haces reír a carcajada limpia, me haces sentir como si fuera especial, como si no fuera una más de tu interminable lista a la que de aquí unas semanas olvidarás.
Llegaste como siempre, sutil, despacio, poco a poco me ibas enamorando. Ahora te hago un cumplido, una frase bonita al final de un libro, un 'te quiero' en un avión de papel... Todas esas cosas que me vuelven loca, y que por mucho que me hiciera la dura, ya habías roto la barrera. Eras como un enorme tsunami, no quedaban ni los cimientos de esa gran muralla contra problemas innecesarios, contra las artimañas del amor.
Que me había enamorado del chico sentado tres mesas más atrás. Ese que todos los días aparecía con una sonrisa, me decía alguna cosa bonita y hacía soportables hasta las clases de matemáticas.
Igual si hablo de amor, me paso, pero lo que sí que tengo claro es que me había echo sentir como hacía tiempo que no me sentía; no como una princesa, eso quedaría muy cursi, más bien como una tonta que es feliz sin saber el porqué. Sonreía con cada mensaje suyo, con cada foto que me dedicaba y cada vez que mis amigas me llamaban loca. Un poco loca sí que estaba, loca por él; por que apareciera una vez más y me dijera algo, por que me sonriera, por que se fijara en mi. El día que no estaba le echaba de menos y hasta el más inútil se dio cuenta de lo que significaba él para mi, éramos la pareja no oficial, pero yo era feliz.
Ahora ha pasado un tiempo, te parecerá poco, sólo unas semanas, pero para mi han sido suficientes. Suficientes para comprender que esto es efímero. Pero sigo sonriendo por cada mensaje y me sigue haciendo feliz. ¿Qué importará si me hace feliz? Voy a disfrutar mientras pueda, ya tendré tiempo para lamentarme, ahora sólo toca disfrutar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario